Podría pasar mi vida a orillas de este río, caminando solo por el gusto de ahí estar, empapado de la música salida de tus labios y embrujado con ese tan dulce mirar.
El calle-calle es testigo junto con la luna, el frió y nuestros pasos por la costanera ya no están.
El recuerdo tibio yace profundo, dormido y alegre
El instante siniestro de soledad que hoy no existe
Y la magia de haberte conocido esta noche no se borrarán
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